jueves, 5 de noviembre de 2009

castillos medievales


Los castrum, o formaciones rocosas para refugio del pueblo (siglos VI al VII).
Construcciones más reducidas en estos mismos lugares o en motas creadas por movimientos de tierras con gran capacidad defensiva (siglos X al XIII).
Reductos de defensa menos altaneros, pequeñas motas señoriales o casas fortifica das (siglos XIV y XV).
La multiplicación de castillos se produce a partir del siglo X y hasta el siglo XV, y muchos de ellos no están relacionados directamente con la defensa. Estos pertenecen al rey, condes, obispos, etc., en los que poseen un guarnición (milites castri). Estas estructuras guerreras no tienen como único fin el asegurar la paz en la región, sirven también al señor para extender su dominio y hacerlo más provechoso.
Las fortalezas juegan un papel muy importante en las guerras medievales. En realidad estas consistían en una sucesión de asedios y unas pocas batallas más solemnes y sangrientas.
Los primeros castillos fueron simples torres rodeadas por empalizadas. En las fortificaciones había mucha madera que fue sustituyéndose por piedra a partir del siglo XII. Las murallas se fueron haciendo más gruesas y altas, reforzándose con taludes. Se crean barabacanas, torres cubiertas, matacanes, puentes levadizos, etc. Se construían más torres distribuidas por las cortinas de muros cada vez más robustas e independientes como la torre albarrana (destacada del muro) y fosos más profundos.
El castillo no respondía a normas o estructuras regularizadas. El constructor sé adaptaba al lugar, al presupuesto y a las necesidades militares del momento.

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